El tercer día, es decir el miércoles, fue uno de los mejores días en nuestra opinión. Por la
mañana todos llegamos al punto de encuentro a las once en punto, como de costumbre. Fue el día que hizo más frío, por lo que fuimos todos muy abrigados. Cuando ya nos reunimos todos, unos chicos del instituto nos explicaron en qué consistía la actividad que realizaríamos a continuación. Era una especie de carrera de orientación alrededor de la ciudad vieja en la que, con un mapa y un papel con pistas, tuvimos que encontrar algunas estatuas. Nos dividimos en grupos de cuatro personas y en cada grupo tenía que haber por lo menos un compañero lituano para ayudarnos a encontrar dichas estatuas. Había una de un ratón, un dragón rojo y hasta de un fantasma. La actividad duró algo más de 2 horas y, aunque pasamos mucho frío, mereció totalmente la pena ya que pudimos pasear por sitios nuevos y conocer algo más de las leyendas de la ciudad. (¿Sabíais que si susurras tus deseos en la oreja del ratón, estos se cumplen?), Al terminar todos, fuimos a un museo donde vimos objetos, armas y joyas antiguas que, junto con un audiovisual y la ayuda de nuestros amigos, nos ayudaron a entender mejor la historia del país.
Después de la visita, nos despedimos de los profesores, pero eso no significó que dejáramos de hacer cosas increíbles. Llegamos a un centro comercial donde nos separamos para comer y luego nos volvimos a juntar todos en un parque de camas elásticas. Allí fue donde, en nuestra opinión, pasamos uno de los mejores ratos de la semana. Saltamos, corrimos y jugamos todos juntos durante más de tres horas. Cuando terminamos, estábamos todos cansadísimos pero, aun así, volvimos a salir un rato por la noche para aprovechar nuestros últimos días juntos.
Sabíais que en Lituania, durante el mes de abril es normal que haga 4ºc máximo. Esto nos
sorprendió muchísimo, y aunque fuéramos abrigados seguíamos congelándonos. Además, ¡ese día nevó! Y aunque no cuajó todos sacamos los móviles para grabarlo. Los lituanos nos miraron y se rieron, ya que, según ellos decían, no le gustaba la nieve, porque era fría y en invierno nieva constantemente y le dificulta caminar por la calle. Nosotros no podíamos entender como a alguien le puede no gustar la nieve, porque si en Madrid ciudad la hubiese, la gente bajaía esquiando por las calles (ya lo vimos en “Filomena”).
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